Las diferentes congregaciones y asociaciones que llevan el nombre de la Merced se inspiran en la obra de san Pedro Nolasco y sus primeros compañeros y compañeras que, a partir del año 1202, instituyeron en Barcelona un movimiento de tipo religioso y social, para visitar y liberar a los cristianos que, por circunstancias adversas a la dignidad de la persona humana, se encontraban en peligro de perder la fe. Pasados unos años, en 1218, los primeros mercedarios varones constituyeron una Orden religiosa, de vida comunitaria, que fue aprobada por la iglesia universal en el año 1235.
LA MERCED, REGALO DE CRISTO
Mercedes significa don o regalo, es decir, aquello que se ofrece y regala gratuitamente, oponiéndose, por tanto, a las normas y principios del mercado, donde las cosas, incluso los hombres y sus voluntades, tan fácilmente se compran y venden, según conveniencia o imposición de los más fuertes. Ambas palabras poseen en los idiomas latinos una misma raíz: mercado es el lugar e institución donde se compra o negocia según ley alguna cosa por dinero, de ahí viene mercenario: alguien que vende sus servicios, sobre todo para acciones militares; merced, en cambio, es aquello que gratuitamente se ofrece, por amor, a favor de los humanos, a fin de que ellos puedan ser y vivir en libertad y plenitud humana.
Mercedes también significa gracia, y así se emplea todavía en diversas lenguas. Existía y existe una tendencia al legalismo religioso: se tiende a mirar la Ley como signo superior de Dios, a interpretar la piedad como un cumplimiento de normas o principios de justicia, que confirman y avalan el orden de cosas que existe en el mundo. En contra de eso, Jesús quiso revelar a los hombres la gracia de Dios, en forma de perdón, de regalo y redención.
Por eso decimos que fue Redentor universal: era experto en opresiones, conocía por dentro el dolor de los enfermos, la angustia de los pobres, el llanto y la desesperanza de los expulsados de la sociedad (leprosos, publicanos, prostitutas, etcétera); era, al mismo tiempo, experto en redenciones, es decir en ayudar con su palabra y obra, con su amor y entrega, a los diversos tipos de necesidades. Por eso podemos llamarle el primer mercedario, principio de libertad.
Jesús, primer mercedario, fue el iniciador del evangelio, de la buena noticia de liberación para los hombres. No vino a resolver por fuerza los problemas: por eso no ha curado a todos los enfermos, ni ha impuesto su reinado político en el mundo, ni ha enseñado la palabra de gracia y libertad a todos los que estaban oprimidos por el peso de la vida sobre el mundo.
Él ha hecho algo más profundo: iniciado un camino de gracia y libertad, para que nosotros podamos asumirlo y recorrerlo, realizando con su ayuda la tarea de liberación universal, por gracia.
Por eso, cuando los discípulos del Bautista le preguntan si es Él quien ha de venir ha respondido: “los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son curados, los muertos resucitan y los pobres son evangelizados” (cf. Mt. 11, 2-6).
Esta es su palabra más profunda, en ella quiere fundarse la tarea mercedaria: sólo allí donde los mensajeros de Jesús ayudan los pobres, curan a los enfermos puede hablar de salvación final de Dios, de la resurrección de entre los muertos.
En la línea de Jesús han querido actuar los primeros mercedarios y mercedarias, formando un grupo religioso de “consagrados”, que consta de órdenes y congregaciones especiales, y un grupo más extenso de cristianos comprometidos en la tarea de merced, es decir, de liberación gratuita de los hombres.
Desde el comienzo de la historia mercedaria, siglo XIII, hasta la actualidad en nuestro siglo XXI, diversos grupos de cristianos han participado de la obra de liberación, formando cofradías o fraternidades especiales (Orden Tercera, asociaciones laicales etc.).
Ellos siguen siendo un regalo de Dios para los pobres y oprimidos del mundo, regalo de gracia, regalo de libertad. Así podemos concluir este primer apartado merced tiene para los mercedarios el sentido más preciso de redención gratuita de los cautivos y oprimimos. Hombre o mujer de merced es alguien que ofrece su vida para la libertad mercedaria.
Siendo un regalo de Dios, la Orden Mercedaria, entendida ya como institución y movimiento cristiano al servicio de los cautivos, tiene una historia bien concreta, que nos sitúa en el siglo XIII. Por eso debemos empezar situándola en ese contexto. Era un tiempo importante, se iniciaba en Europa una búsqueda nueva de conocimientos racionales; se expandía el orden nuevo de comerciantes y burgueses, en medio de violencias sociales y crisis políticas. Habían fracasado las cruzadas, con su ideología de conquista cristiana del mundo, o al menos de la Tierra Santa; quedaba atrás la vieja cristiandad organizada de un modo sacral, a través de monasterios y señores feudales. Comenzaba un tiempo nuevo, con problemas muy semejantes a los nuestros.
En este contexto se habla de tres fundadores cristianos providenciales, de tres movimientos religiosos que responden a los problemas más urgentes:
Santo Domingo y de Guzmán y sus Hermanos Predicadores quieren situarse ante el trema esencial de la verdad, que se encuentra y expande a través de la palabra. San Francisco de Asís y sus Hermanos Menores quieren responder a los problemas de la injusticia económica, a través de un ejemplo radical de pobreza.
San Pedro Nolasco y los hermanos y hermanas de la Merced destacan problema de la falta de libertad, queriendo buscar una respuesta liberadora.
Fotografía portada: Juan Adrián Calderón