Nuestra Señora de las Mercedes Coronada
La imagen de Nuestra Señora de las Mercedes, también realizada por José Paz Vélez, en 1956, pertenece al más puro arquetipo de Virgen Dolorosa de la imaginería sevillana, esto es: imagen de candelero, para vestir, talladas en madera la mascarilla y las manos, con algunos postizos en la cabeza (ojos y lágrimas de cristal, pestañas y cabellos), y en actitud oferente, puesto que es la Virgen Madre que ofrece a su Hijo, por quien es precedida, tomando su advocación de la Orden Mercedaria.
El autor comenzó el trabajo de la imagen con un boceto en barro que finalmente talló en madera de pino de Flandes. La altura de la misma es de 170 cms. y no se muestra como una Virgen exageradamente llorosa, pues son sólo tres las lágrimas que surcan sus mejillas, dos en la derecha y una en la izquierda. Más bien es un rostro sereno y reflexivo, apenado pero no dramático, con el ceño levemente fruncido. Las cejas son finas y perfiladas y los ojos grandes y rasgados, con postizos en pestañas y ojos de cristal.
Al igual que en la imagen de Jesús Cautivo, la cabeza está levemente inclinada a la derecha, logrando con este hecho perder rigidez y dulcificar un tanto su postura erguida. El bello rostro es pequeño y ovalado, permitiendo de este modo, que la boca sea pequeña y haciéndonos centrar nuestra atención en la misma, que aparece entreabierta y muy perfilada, marcando las comisuras, como si estuviese tomando aire para respirar, matiz que queda más marcado aún con los orificios de la afilada nariz y el hueco finalmente hundido que aparece entre los tendones en la base del cuello. Su perfil nos ofrece una barbilla pequeña y unos pómulos redondeados y sonrosados. Es un rostro de formas suaves, rasgo que procede de una técnica escultórica en la que predomina el modelado en la talla, por lo que la dulzura y suavidad de sus rasgos fisonómicos son un hecho constatado.
Las manos son finas, con dedos alargados y separados, y uñas planas y anchas, y no como en otras imágenes marianas, que se nos muestran pequeñas e incluso regordetas. La policromía en general es muy suave y clara, con tonos rosados sólo en labios y mejillas.
En el otoño de 2007 la imagen fue sometida a un proceso de limpieza y consolidación para afianzar la conservación de la misma, llevado a cabo por D. Enrique Gutiérrez Carrasquilla.